Por Mariano NievaClaudio Fernández, músico de gran importancia para la escena rock argentino al ser uno de los miembros fundadores y baterista de Don Cornelio y la Zona, y también por formar parte de un disco mítico como es Oktubre, la segunda placa de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre su larga trayectoria y su presente.
Agencia Paco Urondo: Sos la memoria viva de Don Cornelio, has guardado recuerdos, flyer, entradas, credenciales, manuscritos desde el primer show. Claudio Fernández: No es algo que me propuse hacer, sino que es intrínseco de mi personalidad: siempre fui coleccionista, desde que tengo uso de razón. A los 8 años coleccionaba marquillas de cigarrillos, a los 12 coleccioné estampillas y cuando empecé con la música, en la secundaria, aquellas primeras letras de las primeras bandas que uno tuvo, también las tengo guardadas. No tiene el propósito de archivar por archivar, quedó guardado y se conservó. APU: Esa banda era Post Emerum, y Palo (Pandolfo) estaba en Sempiterno. C.F.: Eran las dos bandas del Huergo. Yo era cantante y baterista de Post Emerum y Palo era guitarrista y cantante de Sempiterno. El primer concierto que dimos fue en 1980, en un convento de monjas. APU: Al hacer una especie de filtro, de seleccionado de ambas bandas, nace Don Cornelio. C.F.: Palo y unos compañeros más que terminamos el colegio, con la especialidad química, empezamos a trabajar todos juntos en un emprendimiento que tenía un pariente mío, envasando productos medicinales. Terminaba la jornada laboral y en esa misma casa ensayábamos. Arriba era la sala de ensayos y abajo era el lugar donde hacíamos este emprendimiento familiar. Ahí empezó Don Cornelio, juntamos lo más destacado de las bandas y empezamos a hacer algo en una época bastante rupturista. Palo y yo éramos una bola enorme de pelos y de pronto, como cuenta él en las notas, un día nos cortamos el pelo y empezamos a escuchar otras músicas y ahí empezó todo. APU: Ese famoso show de La Alcantarilla fue el 31 de diciembre del 84, me los imagino brindando, comiendo con la familia y después yéndose a tocar, porque eran muy chicos. C.F.: Era toda una experiencia. Además habíamos sacado nuestra primera fecha, era importante porque los boliches no le daban lugar a alguien el 31 de diciembre cuando sabían que había movida, que la banda podía traer gente. De puro chantas, nomás, sacamos esa fecha, confiaron en nosotros y arrancamos tremendo. Todavía recuerdo algunas cosas de ese show. APU: ¿Qué recordás, qué sensaciones, imágenes te quedaron? C.F.: Había familiares, hermanos o de ese tipo, amigos muy cercanos. Fue algo muy loco ese debut, porque estábamos en plena formación. Nosotros no sabíamos bien para qué lado disparar, teníamos maquilladora, para que te des una idea. Nos pintábamos un poco, nos marcábamos los ojos; también era parte de la época. Y la música era bastante diferente a lo que terminó siendo Don Cornelio, pero la esencia estaba, la música ya sonaba con un toque de diferencial. APU: A ustedes siempre se lo suele inscribir dentro de un grupo de bandas como Sobrecarga, Fricción, Los Encargados, pero Don Cornelio tenía una vuelta de tuerca más en lo sonoro. C.F.: En lo sonoro y en todo, porque nosotros, pareciera que no, pero siempre le dimos bola a, por ejemplo, la gráfica de la banda. Hacíamos los afiches, los panfletos nosotros de los conflictos. En los primeros tiempos, nos fijábamos en el vestuario o lo que es la escenografía del lugar, algo que mantuvimos bastante con la salida los discos. O teníamos pinturas hechas con trozos de papel enormes con los que decorábamos los escenarios. O la famosa bandera argentina que fue la presentación de Patria o Muerte. APU: Cuando uno piensa en el under de los 80, está esa cosa de la cercanía. Uno los podía encontrar a ustedes volanteando en otros conciertos, se los podía ver pegando carteles, lo que creaba una cercanía entre el público y los músicos. C.F.: Había menos puterío, vamos a decirlo abiertamente. Los músicos pateábamos las calles buscando publicitar nuestro shows. Era entrar un bar e irte con tres panfletos diferentes de bandas, esa especie de cofradía que había entre los músicos era buena y estaba linda. Nos veíamos siempre en las noches. El día que no tocaba Don Cornelio íbamos a ver otras bandas. APU: Contanos un poquito de los temas, cómo iban gestando las letras, pensando los conceptos de dos discos que bastaron para quedar en la historia como una de las bandas más importantes e icónicas del rock local. C.F.: Hicimos bastante ruido en los cuatro años que estuvimos juntos. Éramos una usina de generar canciones, ensayamos mil y 980 no salieron. APU: ¿Y eso está en algún lado? C.F.: Tenemos muchos ensayos grabados. Suena muy disciplinado el asunto de grabar. Teníamos un grabador casetera que tenía muy buenos condensadores en los micrófonos y tomaba bastante bien el sonido ambiente. Hay un montón de cassettes grabados, más de 40 y hace cosa de un año empezamos a trabajar sobre esas cintas con Alejandro (Varela) y Federico (Ghazarossian), en el estudio de Alejandro. Tenemos pensado en algún momento sacar algo. No sé si inédito, pero si algunas versiones más locas de los temas, ese tipo de cosas. Por ejemplo, hay demos que se hicieron para el tercer disco que nunca vieron la luz y están buenísimos. Eso ya lo tenemos bastante cocinado, lo que pasa es que es un laburo que te lleva muchísimo tiempo, esfuerzo, te come mucha energía y no somos millonarios en tiempo. No es que uno saca un tema y dice “listo, fantástico”. Nunca ves un mango y se hace difícil, justamente es uno de los factores de por qué Cornelio no siguió. Era nadar contra la corriente y de pronto decís no podemos pagar ni el flete. APU: Ojalá pueda darse, por ustedes, por la memoria de Palo, más allá de lo que sería para los fanáticos, pero seguro va a haber un run run de ver tocar ese material en vivo. C.F.: Viste que está la película. Cada vez que hay una presentación, va uno de nosotros o varios a charlar con la gente, a posterior, que tiene la necesidad de decirnos lo que le pareció la película, comentarnos o preguntarnos cosas, para nosotros es muy placentero recibir ese cariño. Y justamente, una de esas veces me preguntaron si teníamos pensado salir a tocar. Resulta muy difícil: la química sigue intacta, tuvimos la certeza de eso cuando después de más de 10 años o más, nos juntamos a ensayar para el homenaje a Palo en el CCK. Fue explosivo, veo las cintas y sonamos bárbaro, una aplanadora total. Pero bueno, Don Cornelio es fantástico si está completo. Después del concierto hice una reflexión pública, puse que es como un perro que tiene tres patas. Camina, pero se nota. Por lo menos a mí me pesa mucho. Igualmente, nunca nada está cerrado, pero emprender una historia, decidir, supongamos, hacer dos fechas metiendo los dos discos, es una infraestructura inmensa para tocar, desde conseguir una sala hasta tener el tiempo para el ensayo. Actualmente trabajo desde las nueve de la mañana y llego a mi casa a las 20:30 de la noche. Y todos iguales, salvo Fede que tiene una continuidad musical y que eligió el combate desde ahí. Igualmente lo hicimos, sin dejar nuestras cosas, para hacerle el homenaje a Palo y fue vibrante. Fue genial y también doloroso, porque el micrófono está vacío o está ocupado por alguien que no es quien vos sabés que tiene que estar. Es un proceso difícil, ambiguo y complicado. APU: ¿Estuviste siempre cerca del material de Cornelio todos estos años o hubo un tiempo que decidiste guardarlo en tus recuerdos? C.F.: Hubo unos 10 años que no escuché la música de Don Cornelio. Porque estaba en otra situación, con otras cosas. Igual, los músicos nunca dejamos de producir canciones, hago letras, colaboro con cantantes, uno sigue generando porque es algo que vos lo llevás, es imposible clausurarlo. Después de Don Cornelio tuve un montón de bandas donde fui percusionista, cantante, de todo, de hecho toque con un montón de otros músicos. Fue en esa época, justamente, y no es que dejás atrás el pasado, sino que llenas ese hueco con cosas nuevas. Luego, evidentemente cada tanto uno revee o tiene curiosidad. Muchas veces se me generó esa curiosidad y es muy satisfactorio. Ponés un disco de Don Cornelio y parece que fue grabado hace tres meses. Son tan atemporales, ambos, aún con conceptos diferentes. Muchas músicas, en el rock nacional, están encasilladas a épocas, por sonido, posturas o lo que decían en las letras. Los nuestros, vaya a saber por qué (aunque tengo mis certezas de por qué, pero me las quedo) se despegaron de eso. Ojo, tampoco somos los únicos, hay grandes primeros discos, pero muchos se quedaron en esa situación. Don Cornelio es un abanico amplio que se completó con Patria o Muerte. Si hubiera habido un tercer disco de Don Cornelio, seguramente hubiera sido diferente, también, o habría tenido un matiz que lo diferenciara. APU: ¿Lo pensás teniendo en cuenta ese material que quedó inédito, ahí sigue habiendo ruptura? C.F.: Estábamos en el estudio de Ale y trabajamos dos temas que después grabaron Los Visitantes en su primer disco, pero antes los hizo Don Cornelio de una forma totalmente diferente. No te los voy a adelantar porque no corresponde, pero Ale puso eso en la consola y no lo podíamos creer. Es algo raro porque tenía la precisión, quizás, del primer disco y la podredumbre del segundo. APU: Uno veía un show de Los Visitantes y eran los Pixies. C.F.: ¡Totalmente! Esa es característica de Palo, habría abanicos todo el tiempo. Tango, folclore, cumbia, rock and roll, punk, lo que sea. Era un gran hacedor de aperturas, le fluía eso todo el tiempo. APU: Hablabas del under, en un momento donde los músicos se conocían e iban a ver conciertos de otros. Don Cornelio tocaba en “Gracias, nena” y en una mesa estaban Skay y Poli, que descubren esa batería, ese ritmo tan particular y lo hacen participar de ese emblema que es Oktubre. C.F.: ¿Por qué estaban Skay y Poli en ese recital? Porque, justamente, había esa cosa de ir a ver; si no tocamos, vamos a ver otras bandas. Y se produjo ese momento, yo tocaba con dos baterías, una acústica y una electrónica, que eran las Drumm X. Tenía la número 3, la primera la tenía Charly Alberti y las hacía un muchacho de Olivos, una copia de las de la Simons. Usaba esos pads para varios temas con esa batería. Se ve que algo les llamó la atención y quisieron hablar conmigo. Bajé a la barra, hablamos un rato y quedamos en seguir al otro día. Al día siguiente vino Skay, me dijo que estaban buscando algo de ese tipo sonido y le dije que por supuesto, de caradura. Ensayamos en la salita de Soler y terminé tocando en el disco y después en los Paladium de la presentación de Oktubre y una o dos fechas en el Parakultural. Eso fue la apertura del infierno, una cosa increíble. La verdad, como les digo siempre a los chicos, es una cucarda que tengo y la exhibo con mucho orgullo. APU: ¿Llegaste a conocer a Andrés Teocharidis? C.F.: Sí, de hecho en las presentaciones de Oktubre tocaba él, después tuvo el accidente automovilístico, creo que en Santa Fe, me parece. Imagínate, yo era un bebé ahí adentro, entre algodones, todavía no había mamado el rock y un camarín redondo es una cosa de gran intensidad. Primero estaba cagado en las patas y después, estaba como observador más que como actor. Fue el primer show que cobré en mi vida, 70 australes. Y además, ellos nos abrieron una puerta, ellos llevaron nuestro primer demo a la Rock & Pop, se lo dieron a Quique Prosen y él lo programó en algunas emisiones, lo pasó. Es un poco el destino, el aura, tocaste con los Redondos y te vienen a ver un periodista, pero la banda tampoco defraudó, siempre soñó bárbaro. APU: Viste que para los fanáticos, aquellos que participaron aunque que sea una sola vez, ya son parte de la historia grande de los Redondos. C.F.: Yo no lo vivo así, no lo ejerzo, pero lo sé porque a veces me cruzo con gente y me dice “Ohhhh, Claudio”. Fue una experiencia alucinante y nos quedó después el contacto con ellos. Fue algo muy loco, porque cuando se cumplían 25 años de la edición del primer disco, empecé con una movida para reunir a la banda y hacer conciertos. Y fuimos a comer a una parrillita de Palermo para empezar a ver si había quórum para juntarnos todos y seguir con ese proyecto. ¿Y quiénes estaban en la parrillita? Skay y Poli. Coronación total. Después, eso no prosperó, intentamos otra vez y tampoco. APU: Llega un momento en que viene el pasado y te reclama: en el último año hubo un libro y hay una película que están acompañando ¿Cómo fue encontrarte con la historia viva, bucear en los recuerdos? C.F.: La película es un proyecto que empezó en el año 2011 y se estrenó este año. Con muchas vicisitudes, fallecimiento de un director, de Palo. Bueno, todas cosas negativas u oscuras. Al final vio la luz. El impulso para que todo esto saliera, que volviera a fluir, se lo debemos a Santiago Segura, que hizo un laburo tremendo. Él trabajó por separado. Venía a mi casa, hablábamos 10 horas y se iba, se encontraba con Alejandro, hablaba 10 horas y se iba, te llamaba, mandaba un mail, chequeaba un dato increíble. Eso fue la efervescencia para que vuelva este asunto de la banda o del recuerdo permanente. Igualmente, para que la gente entienda, nosotros seguimos siendo amigos. Siempre. Nos separamos en el 89, pero en el 90, 91, 92, 93 siempre nos vimos, alguna vez en el año, dos veces. Con Palo, tres veces; con Federico, cuatro; con Alejandro, 70. APU: Tu casamiento es una muestra clara del vínculo que hay entre los Cornelios. C.F.: No vamos a spoilear nada, pero algo se ve en la película. Esa comunión vivimos nosotros, por eso también sale lo que sale, por eso 20 años después te reunís, contás cuatro y sale lo que se vio en el CCK sin que estuviera Palo. Imaginate si estuviera. Rescato una frase que dice Palo al principio del libro: los Cornelios amamos a Cornelio. Y es verdad, fue la primer banda con la cual uno quiso grabar un disco y todo ese proceso fue tan intenso, con tanta química, le pusimos tanta energía, nos insumió tanto, nos empapó tanto de lo que logramos hacer que generó ese amor, esa amistad, ese no verte durante dos o tres meses y abrazarte. El vínculo sigue, es permanente, tal es así que con Alejandro y Fernando pasamos los fin de año juntos durante años. Cada uno es un Cornelio hecho y derecho y puso todo lo que tenía que poner y es reconocido por el otro como tal. APU: Cuando Palo presentó Transformación, estuve conversando con él y me dice “si tuviera que elegir una obra, una canción, un disco para mostrar al mundo o a un extraterrestre qué hice yo en mi vida, le mostraría Patria o Muerte” C.F.: Apostaría a lo mismo, también. Hay una cuestión de orgullo de haber hecho algo… que tampoco lo hicimos a conciencia. Fuimos absolutamente inconscientes, no hay duda, pero generó un disco lindo, atemporal, que hoy se escucha y se escucha perfecto. ¡Qué pena que la compañía no nos acompañe! APU: Hablando con muchos de ustedes, es algo reiterativo esto de que los sellos discográficos han sido más que compañeros de ruta, obstáculos muy grandes. C.F.: Si había un poquito de apertura mental… Evidentemente, el que está atrás del escritorio tiene otro proyecto más que el musical. El otro día le recordaba a la gente en el cine que la compañía nos pidió para el segundo disco que hiciéramos otro “Ella vendrá”. El business está perfecto, pero si es apoyando al artista. Nosotros no tuvimos difusión de los temas. No hubo pasadas de radio, no hubo nada, y veníamos de ser grupo revelación, de compartir el primer tema con Charly García en las encuestas. Había algo.
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