Generando cambio

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Escrito por Jorge Rachid   
Viernes, 01 de Octubre de 2010 19:28
                              

                                   QUIEREN UN PERONISMO LIGHT

Sabe quien esto escribe que entrar en la intimidad del peronismo es casi una tarea insalubre, ya que no impera habitualmente la autocrítica, ni la discusión franca en busca de nuevas síntesis, ni la planificación estratégica en función de objetivos claros. Por lo contrario imperan en nuestro movimiento verdades absolutas, manejos autocráticos, espacios cerrados y locales vacíos. Sin embargo debemos preguntarnos porqué el peronismo sigue vigente a mas de 36 años de la desaparición física de nuestro líder el General Perón. La respuesta es porque el Perón doctrinario sigue brindando respuestas a las demandas de la hora, lo cual le agrega a su impronta política excluyente del siglo pasado, el reconocimiento como pensador filosófico que marca una concepción del mundo y que constituye un cuerpo doctrinario único.
Tanto es así que el gobierno demuestra una vez más que el peronismo es el movimiento capacitado para producir la ampliación de los derechos sociales, la recuperación de los sectores trabajadores en sus derechos laborales, de los humildes, postergados y humillados por la lógica neoliberal de 30 años de prepotencia del Mercado como ordenador social.
Hoy son el trabajo y la producción, quienes ordenan socialmente al conjunto del pueblo argentino. No es fácil , lo estructural macro- económico del avasallamiento neoliberal sigue en pié, lo cual transforma esa recuperación en conflicto, en lucha de intereses, en pugna por espacios políticos, en donde el desplazamiento de factores de poder históricos, crecidos al amparo de la dictadura militar primero y de la lógica del discurso único de la modernidad globalizadora después ya en democracia, resisten el clamor de los nuevos tiempos con todas las armas disponibles, en especial los medios de comunicación.
El peronismo y sus militantes debemos preguntarnos si las formas, los reparos, la historia de desencuentros, por críticas metodológicas, pueden llevarnos a engrosar las filas de los permanentes adversarios y enemigos de las políticas nacionales y populares, como las conquistas sociales, la recuperación de soberanía en las decisiones, la movilización popular como herramienta de construcción política y dar respuestas acabadas a la memoria y justicia por los derechos humanos abriendo los juicios y buscando verdades.
¿Puede acaso el conflicto interno de posicionamientos o de opiniones, llevarnos a desconocer los caminos políticos que se abrieron desde el 2003 desde el peronismo, de las conquistas  laborales, la ampliación de los derechos ciudadanos, de la creación de millones de puestos de trabajo, la consolidación del UNASUR,  la recuperación del sistema estatal de reparto previsional eliminando las AFJP, la recuperación de Aerolíneas, del área material Córdoba, el desendeudamiento, la recuperación de la presencia internacional, la asignación universal por hijos, la incorporación de dos millones y medio de argentinos al sistema previsional que nunca se iban a poder jubilar, la obra pública en cloacas y agua corriente verdadero plan de preservación de la salud, entre otras tantas cuestiones que reinstalaron al Estado con presencia, en la conformación del nuevo modelo nacional?
Claro que queda mucho camino por recorrer, que aún hay sectores de nuestro pueblo y nuestras instituciones que demandan respuestas, que se debe seguir ampliando derechos, en especial para los que no pueden esperar mucho tiempo, los jubilados, pero el camino está abierto y no tendrá marcha atrás, ni un paso ya que es un espacio nacional y digno a transitar.
Claro que quedan cuestiones pendientes para lo cual siempre es bueno recordar a Perón: “ni apresurados, ni retardatarios”, que definía con precisión otorgándole a los primeros categoría de definir objetivos estratégicos sin medir relación de fuerzas ni tiempos políticos. A los retardatarios los hacía cómplices del estancamiento burocrático del Estado y de las políticas conservadoras que intentaban reposicionarse frente al avance social del peronismo. Como vemos Perón no enarbolaba ni siquiera nombres de personas, definía políticas y herramientas de ejecución, pero nunca se equivocaba de enemigo, nunca confundía los campos de la batalla, como buen militar que era, articulaba el movimiento nacional en función de objetivos estratégicos y política internacional, que diesen respuesta a los intereses del pueblo argentino.
Nadie en el peronismo se atrevería a cuestionar la pasión,  la entrega y el combate perpetuo de Evita, denunciando a los cipayos y vendepatrias, convocando a la lucha de los descamisados a que llevaran como “bandera su nombre a la victoria”. Como olvidar al gordo Cooke querido compañero, definir al peronismo “como el hecho maldito del país burgués”. Ni a Perón mismo plantear “a lo que nos oponemos y nos seguiremos oponiendo con toda la fuerza de la autoridad, es a esa arbitraria invocación de la libertad de expresión, con que se encubren campañas destinadas a confundir y desorientar a la opinión pública ; las linotipias y rotativas no pueden ser impunemente convertidas en armas de perturbación económica, de disociación social, ni en vehículos extraños, ni de ambiciones políticas, ni de desahogos personales...”en el discurso pronunciado en el V congreso nacional de la Federación de Periodistas en 1944.
Sin embargo vemos compañeros de larga historia, militantes no quebrados en la defraudación política y rayana a la traición de los 90, que andan confundidos, mareados, sin rumbo en busca de respuestas electorales antes que políticas, sumándose a empresarios que hacen de su dinero una expresión doctrinaria, encontrando entonces peronistas amnésicos, en filas conservadoras, reaccionarias y acompañando discursos de la oposición como si fuesen propios. Una diferenciación con el gobierno no justifica bajo ningún aspecto semejante enroque en la política, menos aún el debilitamiento del movimiento nacional, en plena batalla por la recuperación de derechos aún conculcados desde la dictadura militar, como la ley de medios, entre otras vigentes como hipoteca política de esta democracia todavía tutelada por el Consenso de Washington y el Mercado.
Es difícil pensar que hombres y mujeres del campo nacional, de formación peronista, que han mamado la doctrina que es hoy sinónimo de identidad nacional, puedan desconocer lo producido por estos años de recuperación y reconstrucción nacional.
También es necesario abordar desde el peronismo la jerarquización doctrinaria del mismo en la construcción del movimiento nacional, frente a los sectores llamados “progresistas” que apuestan a la superación del peronismo como etapa histórica como si fuese una decisión personal de supuestos vanguardistas del pensamiento, que si bien hoy adhieren al gobierno, intentan diferenciar sectores con sus propias categorías de pensamiento.
Así, para estos sectores, el gobierno ha desarrollado un camino correcto pero el movimiento obrero organizado es un escollo moral, como si no fuese ese movimiento obrero quien enfrentó a las políticas más retrógradas y reaccionarias de la dictadura y los 90. Plantean esos sectores, que la dimensión del conflicto debe darse desde la prudencia y los consensos, antes que de la crispación y el enfrentamiento, cuando lo que se está disputando es quien gobierna, si la democracia soberana del pueblo argentino o los grupos concentrados de poder económico e internacional.
El peronismo es sin dudas el ariete necesario para recrear la construcción de un nuevo modelo social y productivo solidario, su debilitamiento en cualquier sentido, le da aire a los “retardatarios y apresurados”.
Los peronistas y no peronistas que compartan esta lectura debemos recordar que el movimiento nacional existe en la conciencia colectiva del pueblo argentino a partir de haber sido protagonista de la historia, en todos los años posteriores  a la revolución democrática, que cambió los ejes estructurales y culturales del país hasta 1976, en donde sólo dos genocidios permitieron a los enemigos de la Nación cambiar el paradigma de los tiempos. Lo habían intentado desde el 55 arrasando la democracia, bombardeando y matando, fusilaron en el 56, persiguieron y proscribieron al pueblo 18 años, pero no pudieron instalar su nueva cultura.
La dictadura para hacerlo, ejecutó a quienes podrían haber conducido años después la reconstrucción, primer genocidio  y luego el genocidio social permitió la desconstrucción de la ingeniería social y legal vigente desde 1946 que daba respuestas a partir del modelo de justicia social a las demandas del pueblo.
Está todo escrito, desde los planes quinquenales a la Constitución del 49, desde el Congreso de Filosofía de Mendoza y la Comunidad Organizada hasta el Modelo Argentino para un Proyecto Nacional del primero de mayo de 1974 enarbolado por el presidente Perón. Agregar a esto La Hora de los Pueblos, Conducción Política, La Fuerza es el Derecho de las Bestias entre innumerables discursos y disertaciones que le dan fuerza de pensamiento nacional profundo, superador de las construcciones economicistas del capitalismo y el socialdemocratismo, también del comunismo y el liberalismo. Desde nosotros, los latinoamericanos estamos recuperando un  pensamiento bolivariano y sanmartiniano que reconstruye la historia y que incluye desde los pueblos originarios, los criollos hasta las masas migrantes de principios del siglo pasado, respetando su cultura y plasmando en la práctica un nuevo escenario, preanuncio de un nuevo paradigma para los próximos tiempos.
Sin prisa pero sin pausa el movimiento nacional se irá reconstruyendo al calor de la lucha, de la disputa con los factores de poder hegemónicos en la cual ningún compatriota del movimiento nacional puede permanecer indiferente y mucho menos equivocar su trinchera, aún en la oposición interna, aún en la disputa personal o de sector, aún en la marginación y negación.
Debemos ser concientes que siempre primero está la Patria y si la política es la correcta para el conjunto de los intereses de los sectores más desprotegidos de la sociedad, objeto insoslayable de la política de los movimientos populares, nadie puede hacerse el distraído ni ignorante de donde está el camino.
Estamos como argentinos en las mejores circunstancias de preveer los nuevos tiempos, de planificar con objetivos comunes, de recrear utopías acariciadas largos años, no nos puede detener la mediocridad rastrera de la pelea doméstica a los desafíos por vencer. La fragmentación social, política, institucional y económica, fue el triunfo neoliberal hasta el 2001, la respuesta del campo del pueblo debe ser la unidad detrás de las políticas nacionales soberanas plenas de justicia social como objetivo por construir.

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